En esta pretemporada, Yirsandy Rodríguez retomará su columna contándonos las historias de varios de los jugadores más subvalorados del béisbol cubano en este siglo XXI. Inicialmente, habrá una historia cada semana y, luego, a medida que avance la pretemporada en este invierno, esta serie de “Los subvalorados del béisbol cubano” podría aparecer más de una vez por semana. Sí, será divertido y emocionante recordar a varios de los peloteros que quizás no llegaron a ser superestrellas, pero definitivamente aportaron grandeza y entrega a sus respectivos equipos. Esperamos que te sumes a este viaje por el tiempo y lo disfrutes.
El bounce era demasiado alto. “Qué va, guarda”, gritó mi amigo Carlos Álvarez. La bola dio un bote tan perfecto que, ni siquiera con la habilidad y el desplazamiento de Germán Mesa intentando devorar a mano limpia y tirar a la inicial por detrás del box, era posible sacar out al veloz inicialista de la Isla, Luis Felipe Rivera.
El número “88” ondeaba en la camisa azul oscura, en la carrera perfecta de home-primera del “Corcel de La Fe”: ¡La ‘H’ amarilla se encendió y comenzó a parpadear en la pizarra del estadio Latinoamericano!
Obviamente, el infield hit de Luis Felipe no fue esa conexión que silenció el graderío del “Coloso del Cerro” por irse más allá de los límites, pero el inicialista pinero la disfrutó y su sencillo —que contribuyó para que los isleños tomaran ventaja— también generó comentarios entre la fanaticada a mi alrededor.
La serenidad de su postura en el plato, su capacidad para poner la bola en juego y luego la notable velocidad que le imprimía a sus piernas en el corrido de las bases, poco a poco fueron convirtiendo a Luis Felipe Rivera en uno de los bateadores de contacto más consistentes del béisbol cubano.
De hecho, a inicios de la década de los 2000, Rivera implantó récord aún vigente corriendo la vuelta al cuadro en el Juego de las Estrellas de la 41 Serie Nacional (temporada de 2002). Ese mismo año, también entró en la historia como el sexto pinero que lidera los hits en una campaña, y el cuarto seguido tras batear 136 inatrapables.
Antes, el hito lo habían logrado Pablo Pérez (1981), Alexander Ramos (1995), Michel Enriquez (1999), Orlis L. Díaz (2000) y Alexander Ramos (2001).
En toda su carrera de 25 temporadas, ese mismo año de 2002 fue, sin dudas, donde Luis Felipe Rivera dio un salto de nivel a la élite entre los bateadores más consistentes de la Serie Nacional. Sin embargo, después de rendir al máximo con los pineros, produciendo una línea de .373/.431/.499, con 19 dobles, tres triples, siete jonrones, 73 carreras anotadas y 51 impulsadas en 90 juegos, aún se esperaba más. ¡Y Luis Felipe cumplió las expectativas de su habilidad para correr el circuito y brillar madero en ristre!
Desde entonces, han pasado 20 años, y entre la más brillante generación de peloteros pineros, Luis Felipe Rivera protagonizó el sábado 19 de diciembre de 2020 otra admirable hazaña, al batear su hit 2000 en Series Nacionales contra el lanzador de los Elefantes de Cienfuegos, Adrián Bueno. El imparable tan esperado por Luis Felipe, quien inició esa campaña de la 60 Serie Nacional con 1,940, lo registró en la 7,798 aparición en home de su carrera.
Al entrar en el selecto club de 26 bateadores con al menos 2000 hits en el béisbol cubano, Luis Felipe trascendió también como el tercer pinero, detrás de Alexander Ramos (2,030) y Michel Enríquez (2,026).
Con el paso estable que marchaba Rivera, habría llegado antes a la esperada marca si no hubiese promediado 170 apariciones en home durante sus últimas cuatro temporadas jugando únicamente la primera fase con los Piratas de la Isla.
Por esa razón, también vale recordar la impresionante seguidilla de temporadas con más de 100 hits que acumuló Luis Felipe durante la década de 2000. Entre 2002 y 2010, superó el centenar de cañonazos en siete de nueve campañas: 136 (2002), 125 (2003), 109 (2004), 103 (2006), 113 (2007), 104 (2009) y 103 (2010).
A partir de su sexta serie a los 25 años, la constancia e impacto de Rivera se veía reflejado entre los inicialistas más estables tanto a la ofensiva como en la defensa. Y a pesar de que no se destacaba como otros sluggers de la posición —situación por la cual no sobresalió más—, lució su innegable talento para batear.
Esa virtud, que no pocos bateadores quisieran haber desarrollado, Luis Felipe Rivera la ha sabido exhibir derrochando entrega y amor a la camiseta durante 25 Series Nacionales. Pero ha sido de una manera tan especial, que ni siquiera ese imponente “2000” en los números históricos de su carrera refleja hasta dónde llegó su legado. De hecho, si recordamos la cadena de temporadas con más de 100 hits que eslabonó, probablemente no sepas esto: Entre 2002 y 2010, lapso en el que Luis Felipe bateó 952 hits (en temporada regular) durante 768 juegos, el único jugador capaz de superarlo fue Yulieski Gurriel (985 hits en 751 partidos).
Detrás de Luis Felipe, fue considerable la diferencia en comparación con los otros cuatro bateadores que pudieron batear al menos 900 hits en esas nueve temporadas regulares (2002-2010). Así pues, Yuli Gurriel le sacó 33 hits de ventaja a Luis Felipe, pero el pinero resultó especialista en producir sencillos, casillero que encabezó con 726 1B (solo hits no extra bases) —Marino Luis se quedó cerca, tras terminar marcando 723—.
Además de esas meritorias y respetables marcas de Luis Felipe Rivera en la décadas de 2000, es justo agregar que también fue el líder en juegos jugados (769), innings cubiertos a la defensiva (6,552.2), participación en jugadas de double play (883) y bolas puestas en juego (3,052).
Después de vivir la épica experiencia de discutir el título de la 54 Serie Nacional con los Piratas de la Isla, probablemente la búsqueda del hit 2000 haya sido el reto más importante para Luis Felipe Rivera. Y, al final, aquel sábado 19 de diciembre de 2020 logró la hazaña, tras 25 temporadas de entrega total.
Fue largo el camino, y exigió tanta disciplina como sacrificio: Pero el ya legendario número “88” de los Piratas, escribió así su propio capítulo en la historia del béisbol cubano.
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