En esta pretemporada, Yirsandy Rodríguez retomará su columna contándonos las historias de varios de los jugadores más subvalorados del béisbol cubano en este siglo XXI. Inicialmente, habrá una historia cada semana y, luego, a medida que avance la pretemporada en este invierno, esta serie de “Los subvalorados del béisbol cubano” podría aparecer más de una vez por semana. Sí, será divertido y emocionante recordar a varios de los peloteros que quizás no llegaron a ser superestrellas, pero definitivamente aportaron grandeza y entrega a sus respectivos equipos. Esperamos que te sumes a este viaje por el tiempo y lo disfrutes.
“Nació para batear”: Esa es una de las frases míticas que normalmente utilizamos cuando vemos cómo los mejores bateadores logran conseguir éxito de cualquier manera golpeando una pelota de béisbol.
Sí, sucede a menudo, mientras nuestra vista se recrea deslizándose en el intento de grabar cómo sucedió cada movimiento y ese maravilloso swing logró el contacto que luego fue inatrapable. No importa en qué liga o momento de la temporada el sensacional protagonista capaz de rociar hits por todo el campo nos sorprenda, porque cuando hay talento, solo nos queda mantenernos a la expectativa.
En otras palabras, estamos seguros de que ese virtuoso bateador volverá a esculpir su pieza, una y otra vez. Por esa razón, debido a condiciones físicas, habilidades y virtudes naturales, los buenos bateadores siempre serán recordados de una manera diferente. ¿Pero sabes qué distingue aún más a los eruditos del swing, al punto de establecer un nivel para cada uno de ellos? A veces no es únicamente la calidad, sino también cómo el bateador extendió su consistencia.
Si de estabilidad se trata, ahora podría recordar a varios bateadores en mis memorias beisboleras. Sin embargo, esta vez el turno es para el inicialista de los Gallos de Sancti Spíritus, Yunier Mendoza, uno de esos bateadores que te recuerdan cómo es posible ubicar la pelota en cualquier zona del campo.
Con 22 temporadas acumuladas, Mendoza, de 41 años, se ubica en el 9no lugar entre los bateadores que más hits (2,140) han conectado en el béisbol cubano, tras registrar ocho campañas donde marcó al menos 100 hits —en siete de ellas sacudió más de 110—. A ese ritmo, Mendoza luce un altísimo promedio de 97.3 hits por temporada, muestras de su consistencia y talento para batear en más de dos décadas.
Por sus condiciones físicas, Mendoza siempre ha sido colocado en los primeros turnos de los Gallos espirituanos, buscando embasarse y cumplir con sus responsabilidades para producir y fabricar carreras. Debido a esa función razonable para el alcance de sus potencialidades como bateador —a pesar de jugar en la inicial—, Mendoza se desarrolló como un bateador de contacto. Nunca llegó a sobresalir como un slugger en potencia, al punto de que su temporada con más jonrones fue apenas de siete en 2010.
En lugar de elevar la pelota más a menudo, Mendoza encontró la oportunidad de exhibir su talento y, a faltas de jonrones, ha sido un bateador sumamente exitoso en el arte de golpear. De hecho, además de sus ocho temporadas con al menos 100 hits, Mendoza acumuló dos series más en las cuales produjo 99 —ambas con una década de diferencia, 2002 y 2012—. Pero el dato realmente revelador no es ese, sino que Mendoza promedió 14 hits por encima de sus juegos jugados en esos dos años con 99 inatrapables. Y, si agregamos dos temporadas más en las que varias lesiones atentaron contra la frecuencia de “La Regadera trinitaria”, quedándose un par de veces con 89 hits (2005 y 2013), ¿el Top-10 de bateadores con más hits en Series Nacionales no habría sufrido cambios radicales?
¡Por supuesto! Incluso, aun así, Mendoza, quien está en el 9no puesto de todos los tiempos, con 75 hits en la próxima 61 Serie Nacional, podría igualar al ex jardinero de Matanzas, Fernando Sánchez (2,215 hits), dueño del cuarto puesto en la historia. Esas son ilustres marcas que resultaban realmente predecibles al alcance de Mendoza, mientras veíamos su crecimiento como bateador —entre 2007 y 2012, registró 580 hits—.
Entonces, creo que he sido privilegiado por haber visto a uno de los bateadores y defensores más sobresalientes de este siglo XXI en la pelota cubana. Y ahora podría recordar varios de los juegos que disfruté en los cuales Mendoza me robó un, ‘¡Oh!’, simplemente al colocar un rolling en lo corto del leftfield, cogiendo movido al shortstop. O, como también ha sucedido con frecuencia a lo largo de su carrera, las siempre difíciles piezas ofensivas en jugadas de “corrido y bateo”. En esas, específicamente, donde el inicialista espirituanos sabe golpear con arte rumbo al territorio donde no llegaría un guante a tiempo, ha sido una de mis exhibiciones favoritas.
Es cierto, la inmensa mayoría de los hits de Mendoza han sido sencillos (81.4%), y es dueño de la cuarta cifra más alta entre bateadores con 2,000 hits en Seres Nacionales. Esa alta tendencia, se debe no sólo a los ajustes de su mecánica, sino también a la suspicacia con la cual Mendoza ha cumplido con su papel dentro del lineup de los Gallos. Y ese trabajo limpio y consistente, se ha ganado el reconocimiento a través de los años, como uno de los bateadores más talentosos del juego.
El día que le pregunté a Mendoza cómo lo conseguía, “dame una pista de cómo definirías tu habilidad con el madero”, le pregunté, y esto fue lo que me confesó “el éxito está en sus ojos”. “Cuando entro a la caja de bateo, reviso cómo está colocada la defensa, porque siempre hay un espacio”, dijo Mendoza. “A partir de ahí, también puedes tener en mente qué estrategia utilizará el lanzador. Si están buscando que no hales, o si los jugadores de mi banda opuesta están cuidando las líneas”.
Las cosas interesantes que reveló Mendoza aquella tarde de 2016 en un partido de temporada regular entre Sancti Spíritus y Villa Clara, nunca las olvidaré. “No busco lanzamientos, busco zonas de contacto”. ¡Los bateadores habilidosos pueden hacerlo! Y con ese plan, Mendoza ha abordado buena parte de sus 7,491 apariciones en home durante 22 temporadas. ¿Cómo puede ser? Sus tendencias de contacto han variado, algo que personalmente se lo achacaría a la baja de calidad en el pitcheo, pero Mendoza sigue siendo el mismo bateador habilidoso.
Uno de esos rasgos notables en su carrera, los puedes percibir cuando revisas sus tasas de bolas puestas en juego: El 40.2% han sido hacia la banda opuesta (leftfield/left-center). ¡Arte! Esa tendencia expresa cómo Mendoza ubicó su zona de potencia y adaptó su swing para encontrar el éxito al batear hacia el left/center, pero he aquí lo que a través de los años ha facilitado esa virtud: En 16 de sus 22 temporadas, acumuló más bases por bolas que ponches. ¿La mayor cantidad de strikeouts recibidos en un año? ¡Cuarenta, durante su debut a los 19 años en 1999!
*Espera: En sus últimas 15 temporadas, la mayor cantidad de ponches recibidos ha sido de… ¡25!, ya en el lejano 2009, un año en el que Mendoza bateó .364/.441/.455.
Parte de las claves de tanto éxito, también estuvieron en el constante estudio y caracterización de los lanzadores, que Mendoza realiza acuciosamente mientras prepara cada turno desde el dugout. A diferencia de eso, cuando analizamos desde el punto de vista inverso, debemos decir que los lanzadores oponentes nunca han encontrado la mezcla para detener al inicialista espirituano.
Apenas en su tercera temporada, cuando Mendoza entró a la 41 Serie Nacional tras producir 119 hits un año antes, parecía como si las curveballs de gran factura en aquellos años —digamos, la de Faustino Corrales encabezando titulares—, era un pitcheo letal para trabajarlo. Sin embargo, el talento se impone y Mendoza, como lo he visto varias veces, borra la dosis punzante de un pitcheo bien lanzado con un golpe de foul, y luego hace los ajustes para conseguir éxito.
Si recuerdas, uno de los turnos más épicos de su carrera trascendió en la semifinal de 2002, cuando Mendoza le botó la pelota por el left a Faustino, con par de corredores a bordo. Con ese histórico jonrón aquella noche del 16 de junio en el estadio Capitán San Luis, los Gallos clasificaron por primera vez a una final en Series Nacionales.
Tal vez, ese haya sido el momento más inolvidable en la memoria del aún activo inicialista espirituano, que atesora 2,140 hits, 119 de ellos en 12 series de playoffs. Y, aunque Mendoza suma apenas 58 jonrones —frecuencia de uno cada 129.1 apariciones en home—, por esa mística impredecible que nos sorprende en el béisbol, ocupa un lugar hasta ahora intocable desde el 26 de agosto de 2019. Sí, ¡imposible olvidarlo! Aquella tarde en el estadio José Antonio Huelga, Mendoza se convirtió en el primer y hasta ahora único bateador zurdo en Series Nacionales, que arriba a la marca de 2,000 hits con jonrón.
No pudo Antonio Muñoz, ni Agustín Lescaille, Javier Méndez, Luis Ulacia, Ariel Borrero, Eduardo Cárdenas o Wilfredo Sánchez González. ¡Ninguno de ellos! Hasta ahora, Yunier Mendoza Alfonso ha sido el único bateador zurdo del club, capaz de rubricar ese hit 2,000 con jonrón, entre la honorable lista de hombres que nacieron para batear.
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