El épico Perfect Game de Maels sigue viajando sin comparación en el tiempo.
Cada año, sobre todo cuando llega diciembre, pienso en varias de mis primeras vivencias en el béisbol. Y dentro de todas esas agradables memorias, el 21 y 22 de diciembre de 2000 y 1999, respectivamente, fueron dos fechas que nunca olvidaré.
“No ha habido otro ponchador más dominante que Maels, quien terminó su carrera retirando al 32% de sus últimos 1,866 rivales por la vía de los strikes.”
Sí, es probable que recuerdes o hayas escuchado por qué ambas fechas han trascendido de manera histórica hasta hoy día: En 2000, el juego de 22 strikeouts ante Holguín del otrora zurdo pinareño, Faustino Corrales. Y, un año antes, el 22 de diciembre de 1999, el Juego Perfecto de Maels Rodríguez contra Las Tunas.
Ambas hazañas han sido aún intocables, y cada diciembre que pasa a la historia parece recordarnos su inquebrantable grandeza. El zurdo de los Cocodrilos de Matanzas, Yoanis Yera, fue el lanzador que más cerca se quedó de Faustino Corrales en la pasada década de 2010, ponchando a 15 rivales hace dos temporadas: ¡Eso fue sólo el 68.1% de los strikeouts de Faustino aquella noche contra Holguín! Le faltaron siete más para empatar.
De igual manera, el épico Perfect Game de Maels sigue viajando sin comparación en el tiempo. En su momento, fue el primer “No-no” con el regreso de la utilización del bate de madera, y el número 40 de todos los tiempos. Desde entonces, se han lanzado 20 “No-hitter” más, pero ninguno —ni los ‘certificados’ con sólo cinco o siete innings— ha derivado en la perfección.
Aquella noche invernal hace 21 años, Maels dominó a los 27 bateadores de Las Tunas. Ocho de los titulares del lineup tunero se tomaron al menos uno de los 12 ponches —Amaury Suárez, Joan Carlos Pedroso, Gilberto Rodríguez y Alexis Ávila fueron víctimas par de veces—, quedando Danel Castro como el único que Maels no pudo sentenciar. Incluso, “La Pantera de Manatí” le elevó dos veces la bola a los jardines, tras pegar dos conexiones similares de las únicas tres que le batearon a Maels más allá del infield.
Sin embargo, después de que Maels dominó al emergente Alexander Guillén para cerrar el noveno inning, el Juego Perfecto aún no era un hecho, porque pudo peligrar debido a una estresante razón: Los Gallos espirituanos no habían anotado carreras en ocho entradas.
O sea que, para hacer más dramático el momento, Maels debió mentalizarse sobre la probable perspectiva de tener que subir de nuevo a la colina. Aunque, ciertamente, esa no era una tendencia inexplorada para cada miembro del staff de los Gallos espirituanos, quienes antes de esa noche habían jugado para marca de (5-11) en el primer tercio de la 39 Serie Nacional. De hecho, los dirigidos por Juan de Dios Peña permitían el doble de las 38 carreras que le habían anotado a sus rivales hasta ese 17mo juego de la temporada.
También vale señalar que Maels Rodríguez seguía experimentando un interesante ascenso a la élite de la liga, aunque en sus dos primeras campañas alcanzó marca de (12-21) con un equipo que ganó apenas 60 partidos en 180 decisiones. Y, a pesar de que su balance fue negativo en cuanto a victorias y derrotas, sus 258 ponches impactaron como la tercera mejor marca de cualquier lanzador entre 1996 y 1999. Solo dos serpentineros registraron más strikeouts que Maels en ese lapso, donde el diestro del número ‘44’ comenzó a impresionar durante sus primeras dos temporadas: El as del equipo Habana, José Ibar (347), y su compañero de rotación, Yosvani Aragón (259).
No obstante, aunque muchos prefieren ver el resultado general, es ineludible señalar que la tasa de strikeouts desatada por Maels fue sensacional (9.2), dejando atrás al pinareño José Ariel Contreras (8.9) y el camagüeyano Omar Luis Martínez (8.6), justo en las últimas dos temporadas donde los bateadores utilizaron el bate de aluminio.
Cuando finalizó la parte alta de la novena entrada, Maels acumulaba 24 ponches en 19 innings durante sus primeras tres aperturas en la 39 Serie Nacional, contando dos juegos sin decisión antes de aquella noche del 22 de diciembre de 1999. Pero más allá de ese fenomenal inicio trastocado por la mala suerte de lanzar con pobre apoyo ofensivo, la gran historia en sí era lo cerca que Maels estaba de protagonizar la hazaña de un “No-hitter”.
Todo se remonta a su anterior victoria, el 28 de febrero de 1999. Aquella tarde en el estadio 5 de septiembre durante la última jornada de la temporada regular en la 38 Serie Nacional, Maels dejó en un hit a Cienfuegos. Ciertamente, la expectativa del “No-no” se vivió hasta el final del cuarto inning, cuando el bateador designado y tercer bate de los sureños, Cándido Vives, le pegó sencillo al jardín central. Sin embargo, Maels demostró en ese momento su desafiante capacidad para no rendirse sobre el montículo, luciendo como el clásico devorador de bateadores que siempre fue.
Así que, antes de completar la hazaña del único Juego Perfecto en Series Nacionales, el supersónico parecía totalmente listo para irrumpir en los anales de la historia: De sus 12 victorias acumuladas, Maels nunca permitió más de tres carreras. Dejó a sus rivales sin anotaciones en seis aperturas, alcanzando cinco blanqueadas. Limitó a sus oponentes a batear cuatro hits o menos 10 de esos 12 juegos, tres en siete y registró cuatro aperturas admitiendo apenas un hit.
“Recuerdo que me enviaron como emergente cuando había dos outs en el inicio del noveno”, le dijo Alexander Guillén a BaseballdeCuba.com, un ex outfielder tunero que debutó en aquella temporada y fue el último out del Juego Perfecto. “Estaba durísimo, lanzando rectas que subieron hasta las 99 mph”, recuerda Guillén.
“A mí me puso rápidamente en dos strikes, con par de sliders de 91 mph. Sabíamos la velocidad porque teníamos a un compañero de equipo llevando el velocímetro detrás del home, y cada vez que tiraba uno de esos rectazos, él nos hacía las señales con sus manos de cuánto había marcado”.
Según cuenta el propio Guillén, quien jugó con los Leñadores hasta 2004, su rolling por el centro del terreno no corrió con suerte. “Creo que además de los dos flies de Danel (Castro), mi rolling fue una conexión complicada, pero Omar Arrozarena, el torpedero de Sancti Spíritus en aquel momento, estaba cargado hacia el centro del campo.
Era obvio, porque para que los bateadores derechos pudieran halarle la pelota a Maels era muy difícil. Y, cuando le conecté el rolling por el centro del terreno en cuenta de 0-2, pensé que la bola pasaba. Incluso me abrí corriendo hacia la inicial, pero Omar Arrozarena estaba ubicado a la perfección, casi en territorio corto del centerfield, y tenía un brazo poderoso. La jugada fue algo apretada en la inicial, pero decretaron out”.
A un out de que el match se fuera a extra innings, el héroe “anónimo” del Perfect Game, Omar Arrozarena, aparte de su engarce decisivo clavó el sencillo decisivo para el éxito 1-0 de los Gallos de Sancti Spíritus en el final del noveno, enviando al plato a Eduardo Rubalcaba: ¡Perfect Game! ¡Impresionante trabajo de Maels Rodríguez!
Desde entonces, se han jugado más de 14,450 juegos en Series Nacionales, y ningún lanzador ha podido lograr la perfección. Pero además de eso, no ha habido otro ponchador más dominante que Maels, quien terminó su carrera retirando al 32% de sus últimos 1,866 rivales por la vía de los strikes.
La honorable historia ya está escrita. Y, como cada invierno desde el 22 de diciembre de 1999, para quienes lo vieron lucir su dominio sobre el box resulta memorable recordar la carrera, el talento, la personalidad y el coraje de uno de los grandes lanzadores de todos los tiempos en el béisbol cubano: El legendario Maels Rodríguez.
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