Ahora es difícil recordar cuántas veces lo hicimos, pero a medida que la bola rápida de Aroldis Chapman parecía ligeramente predecible por sus rivales, comenzaron a surgir teorías sobre la ineficiencia de su mezcla.
Aun así, Chapman seguía dominando, mientras sus mayores deslices quedaron expuestos en más de una batalla perdida dentro de su historial de playoffs. En cualquier contexto, Chappy mantenía básicamente un mismo plan estratégico: Cada 10 pitcheos, disparaba ocho o nueve bolas rápidas atemorizantes entre 98 y 105 mph, cuando a inicios de la década de 2010 aún no habían suficientes brazos lanzando fuego en toda la liga.
En ese momento, Chapman no sólo comenzó a construir sus increíbles números con un enjambre de bolas rápidas en cada aparición, sino que también adaptó a su brazo izquierdo a contener el flujo de tantos lanzamientos de alta velocidad año tras año. Eso aún significa que, además del dominio documentado a través de múltiples tasas de K/9 por encima de 12.0 e incluso 15.0, Chappy se abrió camino a la par de su brillantez como un rival atemorizante sobre la lomita.
Sin embargo, han pasado 11 años desde que impactó prácticamente sin igual en la Liga Nacional, cuando iniciaba su carrera lanzando para los Reds de Cincinnati. Y ahora, después de 600 intensos relevos robando titulares a nivel extra deportivo, Chapman ya no luce como aquella figura inquebrantable.
Ha pasado el tiempo, desde luego. A sus 33 años, su bola rápida aun atraviesa el pentágono con saña, pero su fortaleza ahora se inspira en más dosis de comando que velocidad. También vale señalar detalles ineludibles que impulsan a los lanzadores cuando pasan los años: La Liga ha cambiado mucho desde que las bolas rápidas de Chapman amenazaban con bloquear los velocímetros en Great American Ball Park.
Todo ha evolucionado. Pero los puntos más apreciables que están haciendo cambiar el enfoque de Chapman y otros lanzadores de poder en su bola rápida son los más importantes aquí: Prácticamente, el swing de dos strikes ya no existe, porque el contacto pasó a un segundo plano en comparación con el “contacto-fuerte”. Pocos bateadores van a ceder un swing de contacto, sin intentar anticiparse y leer la mente del lanzador o usar previamente la analítica para golpear con fuerza en cualquier conteo.
La mayoría de los bateadores están trabajando cada visita al plato para conseguir un buen ángulo de lanzamiento con su swing, elevar la pelota y golpear a altas velocidades de salida. Cuando se combinan todos esos factores, habitualmente los bateadores consiguen sus adorados “Hit Hard” o “Barrels”, el tipo de conexión fuerte que está revolucionando el juego.
Además, se puede dar por hecho que el toque de sacrificio y la base robada se han marchado del Top de porcentajes de bolas puestas en juego a un ritmo sorprendente. Ya ni siquiera en esas típicas últimas entradas donde se solía utilizar alguna jugada usando la velocidad en función de la ofensiva, los equipos intentarán hacerlo: Todo se resume al golpe fuerte. Y eso también ha convertido el juego en un duelo desafiante entre lanzadores y bateadores.
Luego, viene la controversia sobre el “verificado” bote de la pelota o la excesiva implementación de los “shifts”, que están taladrando las líneas de barra de una buena parte de los bateadores en MLB. Sí, no podríamos olvidarlo: Y las sustancias prohibidas, que utilizan tanto lanzadores como bateadores para mejorar su rendimiento. Aunque parte de toda esta mezcla no se pueda observar a simple vista en las estadísticas, sin dudas cada una de ellas influye individualmente.
Así que no es absurda esa frase de que “el juego está cambiando”, porque de hecho, ya cambió, y probablemente continúe moviéndose hacia un territorio inexplorado. A ese ritmo, incluso a uno de los lanzadores más dominantes del juego como el cubano Aroldis Chapman, se le ha hecho difícil resistirse al cambio. Pero el “Misil Cubano” también ha estado reflexionando sobre sus ajustes.
En esta temporada, trajo de regreso la utilización de su splitter junto a la mezcla de bola rápida de cuatro costuras, slider y sinker. Sus primeros resultados en abril/mayo fueron impresionante: Lanzó para 0.45 ERA, admitió una carrera limpia en 20 innings, salvó siete de sus ocho oportunidades, ponchó a 38 bateadores y admitió sólo cuatro hits. Sin embargo, a medida que pasaba esa primera mitad de temporada, Chappy sufrió una fase de inconsistencia que comenzó en junio y desde entonces no ha dejado de despertar dudas.
A veces intentamos entender cuáles son las razones más influyentes en una caída de rendimiento tan estrepitosa, ya que Chapman aún sobresale en el punto negativo de ser el pitcher con mayor porcentaje de Barrels permitido esta temporada.
Eso significa que su ritmo ya comenzó a sufrir preocupantes regresiones, pero tampoco podemos olvidar otros cambios externos. A medida que la velocidad promedio de Chapman ha descendido, ¿cuántos lanzadores han impactado en MLB, subiendo el promedio de velocidad general en la bola rápida? Con la ayuda de FanGraphs no es difícil encontrarlo:
Lo que se ve a simple vista: La velocidad promedio de la bola rápida de los lanzadores en MLB ha subido 4.5 mph cuando comparamos las tasas de 2002 contra las de 2021. ¿4.5 mph? Sí, eso no parece mostrar realmente cuánto ha evolucionado la presencia de más lanzadores veloces en MLB. Por eso extendí la investigación con estas cifras que deberías saber:
-En esta campaña de 2021, ha habido 189 lanzadores que están tocando al menos las 95 mph en la velocidad promedio de su bola rápida. ¿Sabes qué significa ese grupo comparado con los lanzadores de otros años? ¡INCREÍBLE!: ¡El promedio se va por encima de los 188 lanzadores combinados en temporadas entre 2002 y 2010!
O sea que, antes de que llegara la “Era de Aroldis Chapman” con sus disparos de tres dígitos, la presencia era prácticamente inexplorada a nivel de Grandes Ligas. Chequea aquí quiénes fueron los lanzadores más veloces desde inicios de este siglo:
2000-2005—Billy Wagner (Houston), 97.9 mph
2005-2008—Joel Zumaya (Detroit), 99.3 mph
2019—Jordan Hicks (Cardenales), 101.2
2018—Jordan Hicks (Cardenales), 100.5
2016—Aroldis Chapman (Yankees/Cubs), 100.4
2014—Aroldis Chapman (Cincinnati), 100.3
2020—Garrett Crochet (White Sox), 100.2
Todos han sido relevistas, y ese es un punto razonable, porque sus tasas de pitcheos están concentradas en menos muestras que pitchers abridores.
Oscilación de las velocidades durante las últimas dos décadas:
-Porcentaje de lanzadores con al menos 95 mph promedio en su bola rápida
2021: 26.5%
2020: 25.1%
2019: 26.0%
2018: 23.2%
2017: 24.4%
2016: 15.6%
2015: 16.1%
2014: 13.6%
2013: 12.4%
2012: 10.1%
2011: 11.0%
2010: 9.9%
2009: 7.4%
2008: 5.4%
2007: 5.5%
2006: 5.9%
2005: 5.1%
2004: 4.8%
2003: 5.3%
2002: 3.3%
¡2021!: Sí, estamos disfrutando el esplendor de las bolas rápidas en toda la historia. Como ves, aquí aparece un punto quizás ‘subvalorado’ durante años: Lo que significó el efecto de la imperante velocidad de Chapman y otros pocos supersónicos, un fenómeno que fue creciendo hace apenas una década.
A día de hoy, según se puede apreciar en esas tasas de velocidades ascendentes de MLB, los lanzadores con bolas rápidas de alta velocidad han devorado la liga.
Así pues, el constante ajuste en su selección de pitcheos es algo que Chapman deberá replantearse, y ya sabemos que no será simplemente porque haya admitido varias conexiones fuertes: Las tendencias de la liga, la evolución de los swings y el contexto que están enfrentando los bateadores han impulsado ajustes estratégicos variables incluso para lanzadores de élite.
“Estaba mirando hacia atrás en el video de años anteriores y donde estoy hoy y había cosas que quería cambiar”, dijo Chapman a través de un intérprete luego de conseguir el rescate número 300 de su carrera el pasado jueves 26 de agosto en Oakland. Y cuando escuchas a Chapman decir ‘había cosas que quería cambiar’, no creo que “cambiar” se refiera a una sola salida. Chappy tendrá que cambiar, sí, pero sobre todo, “cambiar” cuando el plan contra sus oponentes signifique analíticamente “cambiar”.
Durante sus últimas apariciones en agosto, Chapman intentó dar un giro en su repertorio. Estaba usando demasiado su slider junto a la splitter, un ajuste que rebajó del 50% la utilización de su bola rápida durante tres de sus primeros cinco relevos. Los resultados no presentaron altas credenciales de dominio, hasta que Chappy fue atacado por los Red Sox y no pareció sentirse cómodo contra los Bravos de Atlanta.
Luego vino la salida en Oakland, para defender una carrera con el score 7-6. Chapman no lanzó sliders esa noche: El 92.3% de sus pitcheos fueron bolas rápidas de cuatro costuras, y sólo el 7.7% splitters. Con 13 envíos, resolvió el inning y exhaló un poco de presión tras lograr su esperado salvamento número 300.
Pero en aquel grito de satisfacción había más grandeza explorable. Chapman se sintió bien con su bola rápida, y ‘vencer o morir’ lanzando el pitcheo en que más confía pareció ofrecerle un sorbo de incomparable sensación.
Insisto, no hemos visto lo suficiente en este nuevo capítulo de ajustes reabiertos por Chapman, pero todo el mes de septiembre por delante.
Con el rescate contra los Angels, Chapman también mantuvo más del 70% de sus 11 pitcheos a base de bolas rápidas. Dominó su innings de 1-2-3 contra la tanda gruesa de los impetuosos Angels. En una noche donde Gerrit Cole le propinó tres de sus 15 ponches a Shohei Ohtani, Chapman tampoco esperaba renunciar a su bola rápida. Tiró par de dardos encendidos a 98 mph hasta perforar el swing de Ohtani, quien cedió un elevado a segunda.
Contra Phil Gosselin, Chappy subió a 99 mph. Lo puso en dos strikes y luego disfrutó ver cómo su swing de desvanecía cuando le disparó un splitter de 11 mph menos. ¡Strikeout! Jared Walsh fue el último de sus presas. Chapman lo trabajó con todo, probablemente recordando el Grand Slam que le bateó Walsh el 30 de junio pasado en Yankee Stadium: Subió a 100 mph con su bola rápida de cuatro costuras… Trajo de regreso el slider y lo puso a girar a 87 mph, combinó una sinker extravagante de 101 y, al final, otra slider: Bate tirado, rolling lento al shortstop, ¡out 27!
Obviamente, salieron bien esos pitcheos, Chapman tenía buena velocidad y la ofensiva de los Angels parecía totalmente embriagada después de resistir a un inmenso Cole. Sin embargo, la combinación de lanzamientos de Chapman fue astuta, aunque más allá de ese punto, resultó sólo la octava entre sus últimas 20 donde varió con al menos 70% de bolas rápidas y el resto con un derivado entre sliders y splitters.
Si este es realmente el camino, la variedad con sutileza, explotando la analítica y esa inquebrantable confianza de siempre en su bola rápida, entonces sólo nos queda esperar más progreso del “Misil Cubano”.
El rescate ante los Angels también aseguró la octava de once campañas con al menos 25 salvamentos para Chapman, quien ahora va camino a su séptima campaña con 30 o más. Cualquier meta no será más importante para los Yankees que mantenerlo sano, pero probablemente Chapman pueda sobrepasar los 30 salvamentos y fortalecerse de cara a octubre.
Aún tiene tiempo de dar el giro, y desde ahora cada ajuste podría ser decisivo para que Chapman logre imponerse en el gran escenario donde los Yankees lo necesitan.
(Foto: Aroldis Chapman/New York Yankees)
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