En esta pretemporada, Yirsandy Rodríguez retomará su columna contándonos las historias de varios de los jugadores más subvalorados del béisbol cubano en este siglo XXI. Inicialmente, habrá una historia cada jueves y, luego, a medida que avance la pretemporada en este invierno, esta serie de “Los subvalorados del béisbol cubano” podría aparecer más de una vez por semana. Sí, será divertido y emocionante recordar a varios de los peloteros que quizás no llegaron a ser superestrellas, pero definitivamente aportaron grandeza y entrega a sus respectivos equipos. Esperamos que te sumes a este viaje por el tiempo y lo disfrutes.
—Enero 27, 2002
Andy Zamora sonó una línea imposible de atrapar por el segunda base de Guantánamo, Joel Martínez, y la pelota rodó libremente hasta el callejón del right-center en el estadio Augusto César Sandino.
Eddy Rojas y Ariel Pestano anotaron sin contratiempos para abrir el marcador 2-0 en el final del segundo inning después de dos outs, mientras Andy Zamora, el novato de 19 años y 5’11’’ de estatura, se instaló erguido con sus spikes sobre la almohadilla de segunda.
Hacía apenas segundos, cuando Andy fue enviado hacia la intermedia por su padre Amado Zamora, el coach de la inicial del equipo de Villa Clara en aquella 41 Serie Nacional, acababa de registrar su primer hit en Series Nacionales. Y, aunque las sonrisas de alegría por conseguir su primer éxito con el madero no pudieron desatarse hasta que su padre y el resto del equipo lo felicitaron al término del inning, Andy nunca olvidaría aquel domingo en Santa Clara.
Su cañonazo contra el diestro guantanamero Leonides Turcás fue, después de 15 juegos preparándose para asumir una oportunidad como titular, el inicio de una gran carrera llena de expectativas. Desde su impacto en la categoría juvenil, Andy mostró el talento y las virtudes que rápidamente lo ubicaron en comparaciones con su padre. La habilidad para conseguir contacto frecuente parecía una herencia de su padre Amado expresada a través del swing de Andy, además de la admirable destreza como tocador de bola y una interesante visión sobre la disciplina en el plato.
Andy también comenzaba a sobresalir como un hábil defensor en el outfield, con una respetable potencia en su brazo derecho e instintos devoradores cubriendo las praderas. Sin embargo, dado el buen nivel apreciado en el equipo de Villa Clara a inicios de la década de 2000, para entonces dirigidos por Víctor Mesa, era de esperar que Andy no abriría como titular. Maikel Pascual, Oscar Machado y Eddy Rojas—left, center y right, respectivamente—fueron los outfielders que abrieron en el éxito 6-1 de Villa Clara sobre Santiago de Cuba durante el Opening Day de 2002, incluso por delante de figuras ya establecidas como Yorquis La Rosa, Gustavo Olano y Michel Perdomo.
Ante dicha situación, como le ha ocurrido a la mayoría de los novatos en sus inicios, Andy Zamora simplemente debía aprovechar las oportunidades y demostrar que tenía nivel para convertirse en titular. Durante los primeros 15 juegos del equipo, a pesar de que Víctor Mesa siempre se caracterizó por mover constantemente sus piezas, Andy recibió apenas dos chances como suplente.
El día de su debut, mostrando el mismo número “3” que inmortalizó su padre Amado Zamora durante 19 campañas con Villa Clara, Andy salió a fildear en la novena entrada. Y, al día siguiente, fue enviado como corredor emergente. Entonces, llegó la tarde del 27 de enero de 2002, aquel partido donde Andy Zamora fue colocado como noveno bate y rightfielder de Villa Clara en el tercer juego de la serie ante Guantánamo.
La noche anterior, el éxito 2-1 de los Indios del Guaso le había provocado apenas el segundo revés en siete decisiones a los “naranjas” de Víctor Mesa durante su excelente inicio de campaña con marca de 10-4. Minutos antes de que se escuchara el grito de ¡playball! en la voz del umpire principal, Arnaldo Morales, Andy Zamora sabía que no podía desaprovechar aquella oportunidad de mostrar su talento.
Era el momento de desatar sus ya incontenibles deseos de superar cada reto en el terreno de béisbol, cumpliendo sus responsabilidades con dedicada entrega en busca del éxito. Y, bajo la égida de un manager tan exigente en cuestiones técnico-tácticas y estratégicas como Víctor Mesa, no se trataba sólo de enfocarse con el propósito de producir a la ofensiva. La concentración y ejecución de Andy Zamora durante su primera prueba de fuego resultó, más allá de su rendimiento en números, un valor sumamente apreciado.
¿Qué sucedió entonces? A las 5:05 de la tarde—según consta en los registros del legendario Anotador Oficial villaclareño, Armando Anido—, cuando cayó el out 27 en el éxito 8-1 de Villa Clara, Andy celebró su debut como titular luego de lucir su habilidad y astucia dentro del campo. El show comenzó cuando Andy Zamora devoró una línea del tercer bate guantanamero, Robelkis Videaux, quien haló a gusto un pitcheo del zurdo abridor de Villa Clara, Zaidel Beltrán. Sin embargo, ayudado por su virtuosa colocación y rápida lectura, Andy capturó el balazo de Videaux para impedir que Joel Martínez, quien corría en segunda, ni siquiera amagara con alcanzar el tercer cojín.
Esa fue, quizás, la primera joya defensiva de Andy Zamora que antecedió al par de dobles contundentes de línea que tronó su madero—ambos hacia cada banda del parque—, además de una base por bolas alcanzada en sus primeras tres visitas al plato. Su único fallo antes de irse de 3-2, fue cuando roleteó al campo corto en la parte baja del séptimo inning. Con esa desbordante actuación, el primer destello de las cualidades de Andy, era obvio que Víctor Mesa no lo movería del noveno turno para el juego siguiente, comenzando una gira contra los Tigres de Ciego de Ávila.
Aquel primer juego para Andy Zamora, en una tarde donde se robó titulares junto al novato más sensacional del momento, Kendrys Morales—ese domingo bateó de 4-2 contra Pedro Luis Lazo—, Zamora dio el primer paso importante para establecerse en el lineup de Villa Clara. De hecho, fue tan consistente, que su swing se mantuvo rociando al menos un hit en cada uno de sus primeros ocho juegos como titular.
En total, bateó .556, con 15 hits en 27 veces al bate y registró tres juegos de multi dobles, luciendo desde el inicio la capacidad que ha extendido durante toda su carrera como excepcional golpeador hacia el left-center—su banda opuesta—. Dentro de su potencial, Andy Zamora demostró sin presión que su bate podría explorar un considerable nivel de éxito, debido a la facilidad para poner la bola en juego y producir a menudo buenos contactos de línea.
Dentro de la concepción de juego de Víctor Mesa, siempre explotar la rapidez en función de la ofensiva, quizás la única asignatura que Andy no cumplía—y de hecho nunca ha logrado en su carrera—fue el robo de bases. Sin embargo, lo suplió esculpiendo hábilmente incontables piezas en jugada de “corrido y bateo” que, en no pocas ocasiones, suelen ser tan efectivas como el robo de bases.
Tras irse de 4-0 ante Industriales en el estadio Latinoamericano y romperse su racha de ocho juegos consecutivos bateando de hit, Víctor envió a la banca a Zamora para ofrecerle un día de descanso. Y, cuando lo activó de nuevo como segundo bate, el ritmo ofensivo que logró Andy no paró de generar expectativas, al punto de proyectar la ruptura del récord de promedio para novatos en Series Nacionales.
El 14 de abril de 2002, un mes antes de terminar la temporada regular de la 41 Serie Nacional, Andy Zamora abrió la jornada con average de .370, asechando seriamente la marca de Rolando Verde (.360 como debutante con Industriales en 1981). Con .010 puntos de ventaja, para cualquier novato era bastante difícil mantener esa estabilidad, pero Andy Zamora demostró el estirpe heredado de su padre Amado, al terminar con .355 tras 283 apariciones en home.
Al final, aunque bateó de 23-12 en su última semana, fue difícil superar la marca de .360 de promedio, incluso aunque produjo para .326 (86-28) en su último mes. De cualquier manera, la línea de barra final con .355/.422/.450, 20 dobles, dos triples, 33 RBIs y 49 carreras anotadas en 74 juegos, definió el emocionante debut de Andy Zamora en la 41 Serie Nacional.
Pero, más allá de aquella presentación que se convirtió en el orgullo de su padre Amado Zamora—seis años después de su retiro—y causó sensación en la fanaticada villaclareña, hubo una historia aún más gratificante: La admirable consistencia con que Andy ha logrado extender su carrera por casi dos décadas. Y especialmente cuando igualó las 19 series jugadas por su padre, conservar la tradición beisbolera, convertido en un honorable discípulo capaz de realzar el legado de los Zamora.
A base de disciplina y talento, Andy escribió su propia historia, al nivel de superar a su padre en varios aspectos de su rendimiento. Cuando revisamos sus respectivas carreras, podemos ver cómo Amado aventajó a su hijo Andy con .331 BA (Promedio de bateo), .355 BABIP (Average de Bolas Puestas en Juego), 1,707 hits por 1,641, 70 triples (29 más) y 157 bases robadas (42 de ventaja), aspectos que demuestran su virtuosa habilidad de contacto y velocidad.
Sin embargo, en otra época bien diferente y utilizando el bate de madera en lugar del de aluminio, Andy no se quedó atrás: Acumuló promedio superior a los .300, .400 OBP y fijó .333 BABIP cuando terminó su 19na serie. También dejó atrás a su padre con 76 dobles más (247), 45 carreras anotadas (897), 39 extra bases (319), 261 RBIs (677), 566 bases por bolas (917), .035 OBP (.416), 106 asistencias defensivas como outfielder (140) y porcentaje de fildeo de .982.
A decir verdad, Amado Zamora fue una leyenda del béisbol villaclareño por su impresionante capacidad para producir inatrapables y brillar como un leadoff excepcional. Y, cuando tal vez parecía que tantas historias de aquel talento de su padre sería difícil de rozar por Andy, la realidad fue otra. Durante dos décadas, Andy Zamora ha llegado a ser de los outfielders más duraderos de la liga, debido en gran medida a la conservación de su forma físico y la habilidad que aún luce para jugar béisbol.
En 13 de sus 20 series, Andy ha logrado promediar por encima de .300—cuatro veces bateó más de 100 hits: 2004, 2005, 2008 y 2012—, con 19 temporadas ganando más bases por bolas que ponches y en 12 de ellas su OBP sobrepasó la marca de .400. El ejemplo más cercano fue su rendimiento para Villa Clara en la pasada 60 Serie Nacional, produciendo línea de .341/.535/.422 en 253 apariciones en home, con 59 hits, 63 boletos y sólo 17 ponches.
¿.535 OBP? Sí, ¡no es un error! Andy llegó a bases por al menos hits, boletos o dead balls en 131 ocasiones, el 51.7% de sus visitas al plato. Y ese .535 OBP ha sido el más alto de un bateador de Villa Clara en la historia del equipo, superando a Eduardo Paret (45 Serie: .505) y Leonys Martín (47 Serie: .500).
Con su gran pedigrí como bateador de contacto, aunque su línea decreció de .325/.426/.421 (BA/OBP/SLG) después de sus primeros nueve años hasta .288/.412/.349, Andy Zamora ha sido un bateador de “clutch” y su historial bajo el exigente escenario de los playoffs lo demuestra: En 15 series de postemporada, ha remolcado 76 carreras con 32 extra bases y una respetable línea ofensiva de .313/.407/.394.
Es cierto que, con el paso de los años, Andy ha sufrido las ineludibles regresiones en los atletas de alto rendimiento, pero es justo señalar que durante la pasada década las lesiones alejaron al outfielder villaclareño del terreno de juego. Aun así, se recuperó constantemente y ha sido clave en las dos últimas apariciones de Villa Clara en playoffs, la más reciente cuando discutieron el campeonato ante los Leñadores de Las Tunas en la 58 Serie Nacional.
Con dos títulos nacionales—uno de ellos alcanzado como refuerzo de Ciego de Ávila en 2015—durante dos décadas de constancia, Andy Zamora no ha renunciado a su amor y los sueños que aún lo impulsan a seguir dentro del terreno de juego. Quizás nunca haya sido la figura principal en sus equipos o un jugador extremadamente popular y mediático. Pero con su actitud, Andy es de esos peloteros que ha sabido proporcionarle emociones a la fanaticada con su entrega y dedicación como otro de los admirables peloteros “subvalorados” del béisbol cubano.
Nota: Varios de estos trabajos fueron publicados anteriormente en BaseballdeCuba.com e Inside BaseballdeCuba, siendo parte del blog personal de Yirsandy Rodríguez.
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