Si lo habías visto alguna vez caminar hacia el plato, sabías que en algún momento Pedro Revilla podía comenzar a ‘deshilar’ pelotas con su swing en la Serie Nacional.
El fornido receptor de 22 años, 230 libras de peso y 5’ 8 pies de estatura, se hacía notar en comparación con sus compañeros desde que tomaba el bate y se posicionaba en la caja de bateo, luciendo el número 27. A falta de sluggers al nivel de las ligas cubanas actuales, Revilla lucía como un portento a seguir. Sin embargo, no fue hasta los Panamericanos Junior de Cali/Valle en noviembre del año pasado, que el prospecto guantanamero recibió la oportunidad de mostrar un avance de su talento.
Aun así, literalmente nadie había visto su poder. Revilla produjo excelentes conexiones, pero se sentía como si el impacto estuviera lejos de las mejores proyecciones. ¿Y qué esperábamos? Eso, por supuesto, algunos jonrones. A los 22 años, Revilla aún no había recibido las posibilidades de desarrollarse en una posición tan complicada como la receptoría. En el que quizás debió haber sido su puesto de titular, la dirección de los Indios apreció mejores perspectivas en Yasmany Velázquez, de 26 años, quien habitualmente pasa desapercibido pero posee uno de los brazos más potentes entre los cácheres de las últimas tres campañas.
Sin el tiempo de juego suficiente para desarrollarse, pulir deficiencias y aprender en su posición natural, Revilla comenzó a explorar la primera base—una opción aparentemente menos exigida—. De cualquier manera, lo más importante en todo el proceso era que apareciera ese rayo de luz que hiciera decir a los entrenadores e incluso a la fanaticada: “sí, podemos tener paciencia, podemos esperar para ver más sobre este poder destellante”.
Y, realmente, el proceso demoró. Se retrasó, tal vez por dos razones: 1) en un equipo que aún no se ha recuperado de una paulatina renovación desde mitad de la pasada década, ¿es tan fácil obtener “tiempo de juego” sin resultados relevantes a corto plazo? No, realmente. 2) ¿Vale la pena confiar en que el proceso de desarrollo de cada jugador es impredecible y puede demorar?
Uno de los managers más prestigiosos en la historia de los Indios de Guantánamo, Agustín Lescaille, apostó por la variante número “2”. Colocó como titular a Pedro Pablo Revilla desde el Opening Day en esta 61 Serie Nacional, y este jueves, 75 juegos después, es justo decir que su confianza y la del colectivo de dirección no fue defraudada por “El Tambor del Guaso”, como lo han apodado los narradores de la emisora Radio Trinchera Antimperialista.
Cuando Revilla aplastó un lanzamiento del diestro santiaguero Yosmel Garcés y envió la pelota a lo profundo del centerfield en el estadio Guillermón Moncada, no sólo Lescaille vivió el momento que más honores le brindó a su credibilidad en el talento legítimo. Al mismo tiempo, se sentía una mezcla de alegría y asombro, pues hacía 106 días, cuando inició la temporada regular, esta explosión de Pedro Pablo Revilla ni siquiera parecía coherente.
De hecho, ¿quién ha esperado una proyección de jonrones “coherente” desde que Ariel Benavides Sr. despachó 25 pelotas más allá de los límites con bate de aluminio en la 35 Serie Nacional? Bueno, esta pregunta merece una rápida retrospectiva. El guantanamero que vio coquetear más flyballs con esa marca, fue Robelkis Videaux, cuando conectó 23 jonrones (usando bate de madera) en la 40 Serie Nacional.
Si recuerdas, aquella campaña tuvo un contraste enorme, o mejor dicho, ¡inigualable! El año anterior, en la 39 Serie, se jugó con la pelota Batos, cuyo bote era ridículamente ínfimo. Quizás ahora recuerdes mejor: fue el año en que, Iván Correa, quien era el cátcher titular de Industriales, terminó liderando la liga con apenas 10 jonrones. ¡Sí, 10!, pero más que tres equipos: Holguín (7), Cienfuegos (8) y Camagüey (9).
En esa 40 Serie, Benavides Sr. se quedó detrás de Videaux, tras batear 21 jonrones. Y dos años más tarde, en 2003, Benavides Sr. registró su tercera campaña con al menos 20 jonrones, cuando sonó 23 vuelacercas y remolcó 83 carreras en la 42 Serie. El otro ilustre miembro del club guantanamero de bateadores con al menos 20 jonrones en una temporada, fue Vismay Santos, quien bateó 20 en la 45 Serie. Entonces, hacía 16 años que ningún bateador de los Indios acumulaba al menos 20 bambinazos en una temporada. Y, desde 1996, hace 26 años, que Ariel Benavides Sr. era el líder histórico en una temporada durante todos los tiempos.
¡Pero el reinado terminó!
Con su séptimo partido de multi-HR en esta temporada, Pedro Pablo Revilla completó la cifra de 26 jonrones en el último día de la temporada regular, acumulado que este miércoles se convirtió oficialmente en el nuevo récord para bateadores de los Indios en una Serie Nacional. El añejo récord de Ariel Benavides Sr. había cumplido 26 años el pasado 2 de febrero, tres días antes de que Revilla se apuntara su primero de 14 jonrones en el estadio Nguyen Van Troi durante la temporada regular.
Pedro Pablo Revilla durante el Home Run Derby del Juego de las Estrellas 2022. (Fuente: Indios del Guaso/YouTube Channel: https://www.youtube.com/c/IndiosDelGuaso)
Analizando el ritmo de ambos, Benavides logró más días con al menos un jonrón, pero Revilla lo superó siete por tres en juegos de multi-HR. También vale destacar que, en frecuencias de jonrones por cada bola puesta en juego (HR/BIP), una mirada justa para medir el poder de los sluggings, Benavides Sr. aventajó ligeramente a Revilla, 7.0 por 7.8. Y, en cuanto a bambinazos por cada aparición en home (HR/PA), Benavides Sr. también dominó las tendencias de swing, 10.0 vs. 12.0.
Obviamente, no estoy intentando comparar ambas actuaciones, en primer lugar porque han sido en épocas diferentes. En su momento, Benavides Sr. pegó esos 25 jonrones con bate de aluminio, lo que erróneamente parece una ventaja, porque sin dudas las diferencias se compensan cuando apreciamos la calidad de los lanzadores de la liga. He aquí sólo algunos brazos de élite que Benavides Sr. trituró en aquella 35 Serie Nacional: Orlando “El Duque” Hernández—ese año lanzó para marca de 7-2 con 92 ponches en 80 innings—, Luis Rolando Arrojo, Teófilo Pérez, Misael López, Adiel Palma, Miguel Pérez, Juan Carlos Pérez, Luis Alberto González, Jorge Luis Machado, Ciro Silvino Licea, José Miguel Báez, todos con impacto en sus respectivos equipos.
Sin la necesidad de entrar en comparaciones, está claro que el nivel del picheo en 1996 era soberanamente superior de lo que hemos visto en esta 61 Serie Nacional. De cualquier manera, eso no quiere decir que los jonrones de Revilla tuvieron menos valor o impacto. Cuando se acumulan récords, “no interesa” qué tan bueno era el nivel del campeonato o cualquier otro detalle capaz de comprobar objetivamente las diferencias en comparación con años anteriores. Además, ¿cómo podríamos haber cuantificado la expectativa y emoción aportada por cada swing de Revilla? Imposible, por supuesto, pero esa interrogante también nos hace recordar que el béisbol es más que números, récords y estadísticas.
Cuando Revilla comenzó a despuntar como líder en jonrones, especialmente con sus siete bambinazos durante el mes de febrero, el slugger guantanamero se convirtió en una de las figuras más seguidas de la 61 Serie Nacional. En un equipo que ha perdido el doble de sus victorias durante las últimas cuatro temporadas, despertar la atención no parece una tarea nada fácil. Y, vaya, ¡Revilla lo logró! Sus 26 jonrones representaron el 42% de todos los producidos por los Indios en 75 juegos y, así es: ¡suman 10 más que todos los bateadores de los Piratas de la Isla, con 2,490 apariciones en home menos!
Por si fuera poco, cuando deslizas la vista y disfrutas de sus números periféricos, encuentras algunas estadísticas que nos hacen apreciar más la fuerza de Revilla: recibió 17 pelotazos y, a pesar de sentirse tentado por elevar la pelota, negoció 33 bases por bolas. Su OBP de .423 abre una pestaña adicional cuando queremos investigar qué hay más allá del poder brutal de su swing, y las 15 veces que impulsó la carrera del empate o la ventaja definitivamente revelan su rápido aprendizaje como bateador.
Para Revilla, haber pasado a la historia como el nuevo recordista en jonrones de equipos de los Indios en una Serie Nacional, sin dudas será una experiencia relevante que lo hará enorgullecerse durante toda su carrera. Pero, más allá de esos admirables honores, el gran premio a la perseverancia y el talento ha sido su explosión como jonronero.
El esperado salto de nivel fue una de las atracciones de esta temporada regular en la 61 Serie Nacional, y ahora sólo queda disfrutar mientras Revilla continúe descubriendo su talento.
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